El Gobierno se enfrenta a críticas por los altos costos que implicará la puesta en marcha de la Comisión Nacional de Energía (CNE), un nuevo órgano encargado de regular y promover la competencia en el sector energético. Según estimaciones, los gastos de funcionamiento ordinario de la CNE superarán los 40 millones de euros anuales, una cifra que ha generado controversia entre sectores políticos y expertos en economía.
La creación de la CNE se enmarca en la estrategia gubernamental para mejorar la eficiencia y transparencia en el mercado energético, sin embargo, las cifras presupuestarias han levantado dudas sobre la viabilidad económica de este proyecto. Algunos críticos argumentan que estos costos podrían recaer en los consumidores a través de un aumento en las tarifas de energía, lo que impactaría negativamente en la economía de los hogares y las empresas.
Ante esta situación, se espera un intenso debate en el ámbito político y económico en torno a la necesidad y conveniencia de la CNE, así como sobre la forma en que se financiará su operación. Mientras tanto, el Gobierno deberá justificar ante la opinión pública por qué se requiere destinar una suma tan elevada de recursos a este organismo, en un contexto de crecientes demandas sociales y limitaciones presupuestarias.