En un rincón del Caribe, Guyana ha emergido como un nuevo gigante en la producción de petróleo. Desde 2019, cuando no producía petróleo, el país ha escalado hasta convertirse en el tercer mayor productor de Sudamérica. Este año, Guyana ha roto todos los récords al convertirse en el primer país del mundo en producir más de un barril de petróleo por habitante cada día, superando a Kuwait, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE). Este logro se debe principalmente al desarrollo del bloque Stabroek, donde ExxonMobil anunció el descubrimiento de grandes cantidades de petróleo en 2015. Desde entonces, la producción ha aumentado significativamente, alcanzando los 900,000 barriles diarios. Este incremento ha sido posible gracias a la puesta en marcha de la unidad de producción Yellowtail y el desempeño de otros proyectos como Liza Fase 1 y 2. La AIE prevé que la producción total de Guyana podría alcanzar una media de 890,000 barriles por día a finales de año, con un crecimiento adicional proyectado para 2026. ExxonMobil y sus socios, Hess Guyana y la china CNOOC, planean expandir aún más la capacidad de producción con futuros proyectos como Uaru y Whiptail, que añadirán 250,000 barriles diarios cada uno. Este auge petrolero ha transformado la economía de Guyana. En apenas seis años, el PIB per cápita ha pasado de 6,000 dólares a 31,000 dólares, según datos del FMI. Sin embargo, el crecimiento económico plantea desafíos, como garantizar que los beneficios del petróleo lleguen a toda la población y no solo a las arcas del estado. El impacto de Guyana en el mercado petrolero global es significativo. Con una producción que sigue en aumento, el país podría influir en los precios del crudo y en la dinámica de la OPEP+. Además, su éxito plantea preguntas sobre la sostenibilidad y la transición energética, en un momento en que el mundo busca reducir la dependencia de los combustibles fósiles. A corto plazo, Guyana se posiciona como un líder en producción per cápita, pero a largo plazo, deberá enfrentar los retos de diversificar su economía y asegurar un desarrollo sostenible. La historia de Guyana es un recordatorio del potencial transformador del petróleo, pero también de los desafíos que conlleva.
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