Madrid, 24 de junio de 2025 – La última semana ha dejado al descubierto la doble presión que vive el sector petrolero español: por un lado, los efectos inmediatos de la crisis geopolítica en Oriente Medio y, por otro, los movimientos estratégicos de las grandes petroleras, que oscilan entre la inversión en combustibles fósiles y el avance (reajustado) hacia energías limpias.
España, fuertemente dependiente del crudo importado, no es ajena a las fluctuaciones del mercado internacional, y los acontecimientos recientes en el estrecho de Ormuz han desencadenado ya una serie de consecuencias concretas.
1. El conflicto Irán–Israel y sus efectos en los precios domésticos
Durante los últimos 7 días, la tensión militar en torno al estrecho de Ormuz, punto crítico para el comercio mundial de petróleo, ha generado un repunte de precios a nivel global. En España, la repercusión fue inmediata.
Los datos publicados a mitad de semana indican que:
- El precio de la gasolina ha subido un 0,92 %, situándose en 1,496 €/litro.
- El gasóleo aumentó un 1,16 %, alcanzando los 1,400 €/litro.
Aunque el anuncio de un supuesto alto el fuego ha frenado momentáneamente la escalada, los expertos advierten que el riesgo persiste mientras no haya una solución geopolítica sólida y verificada. Además, la amenaza latente sobre el estrecho de Ormuz continúa condicionando los mercados de futuros y la prima de riesgo energética.
España, que importa más del 95 % del crudo que consume, no puede escapar a este contexto, por lo que el Gobierno ya evalúa opciones de contención ante un posible escenario de disrupción más prolongada.
2. BP España: petróleo, gas e hidrógeno verde bajo el mismo techo
En el frente empresarial, BP España ha sido protagonista de la semana. Olvido Moraleda, presidenta de la filial española, presentó los detalles de su estrategia “RESET” ante medios económicos y energéticos.
Los puntos clave del plan:
- Transformación de la refinería de Castellón en un centro energético híbrido, que combinará producción de combustibles fósiles, renovables e hidrógeno verde.
- Inversión total de 70 millones de euros para este proceso de modernización inicial.
- Despliegue de 2.000 millones de euros en inversión nacional hasta 2027, incluyendo infraestructuras para biocombustibles y redes de recarga eléctrica para flotas profesionales.
Moraleda subrayó que BP “seguirá invirtiendo en petróleo y gas”, argumentando que “nos lo van a seguir demandando durante décadas”. Esta declaración reafirma la estrategia de doble vía que caracteriza a la transición energética del grupo.
3. Repliegue en renovables: despidos en la filial Lightsource
Pese a los compromisos con la descarbonización, la misma semana se conoció que BP España ha iniciado una reestructuración interna en su división de renovables. Lightsource, la filial especializada en energía solar, sufrirá un recorte de plantilla.
El grupo ha justificado la decisión por la necesidad de reordenar prioridades financieras y operativas ante el nuevo contexto internacional y el aumento de costes. Esta medida contrasta con la expansión simultánea del negocio de hidrocarburos, lo que ha generado cierta inquietud entre los defensores de una transición energética más rápida.
Desde el ámbito sindical y ambientalista, se ha advertido que no se puede permitir que la estrategia renovable sea el amortiguador financiero de los vaivenes en el sector tradicional.
4. Radiografía de un sector en transición tensa
La situación actual del sector petrolero español revela una fase de transición tensa, donde el corto plazo choca con el largo plazo:
- Volatilidad externa: Las tensiones internacionales actúan como factor desestabilizador inmediato para precios e inversión.
- Estrategias híbridas: Las grandes compañías optan por mantener el núcleo fósil mientras desarrollan nuevas líneas limpias.
- Dependencia estructural: España sigue sin una capacidad interna que le permita absorber choques de suministro sin consecuencias directas.
El discurso de las compañías energéticas deja claro que, mientras la demanda exista, el negocio del petróleo seguirá siendo rentable y prioritario. La transición energética, por tanto, no es una sustitución brusca, sino un proceso gradual, conflictivo y económico, donde las inversiones se calibran según el contexto geopolítico y regulatorio.
Conclusión
En tan solo siete días, el sector petrolero español ha vivido una muestra de la complejidad del momento histórico que atraviesa. Por un lado, una crisis internacional que recuerda la vulnerabilidad energética del país. Por otro, una reafirmación de estrategias empresariales que combinan pragmatismo económico y posicionamiento ambiental.
La evolución futura dependerá no solo de la estabilidad en Oriente Medio, sino también de la capacidad del Estado y del sector privado para coordinar una transición ordenada, ambiciosa y realista. Las decisiones de esta semana son señales claras: el petróleo sigue mandando, pero el futuro reclama paso.