En abril de 2025, el sector petrolífero mundial enfrenta una tormenta perfecta: una crisis arancelaria global, desencadenada por políticas proteccionistas, amenaza con alterar las cadenas de suministro, los precios del crudo y la estabilidad económica de los países productores y consumidores. Esta situación, liderada principalmente por las medidas arancelarias impuestas por Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, reconfigura el comercio internacional y pone en jaque a un sector ya golpeado por la volatilidad de la demanda y la transición energética. España, aunque no es un gran productor de petróleo, no está exenta de los efectos de esta crisis, dado su papel como consumidor, refinador y exportador de productos derivados. Este artículo explora las dinámicas de la crisis arancelaria, sus implicaciones globales y cómo podría afectar específicamente al sector petrolífero español.
El Contexto Global: Una Guerra Comercial en Auge
La crisis arancelaria actual tiene sus raíces en la reelección de Donald Trump en noviembre de 2024 y su promesa de imponer aranceles generalizados a las importaciones estadounidenses. En marzo de 2025, Estados Unidos anunció aranceles del 20% a las exportaciones de la Unión Europea y del 25% a países como México y Canadá, justificándolos como medidas para proteger la economía interna y reducir el déficit comercial. Esta política no solo ha generado represalias —la UE respondió con aranceles del 10% y 25% a productos estadounidenses—, sino que ha desatado una reacción en cadena que afecta al comercio de materias primas como el petróleo.
El sector petrolífero mundial, históricamente sensible a las tensiones geopolíticas, se ve ahora atrapado en un juego de incertidumbre. El precio del barril de Brent, que en abril de 2025 ronda los 65 dólares tras una caída de más de 10 dólares en pocos días, refleja los temores sobre una menor demanda global. Los aranceles encarecen el transporte y los productos derivados, mientras que las represalias comerciales fragmentan las rutas de suministro. Países productores como Rusia, que ha reorientado sus exportaciones hacia Asia tras las sanciones europeas de 2022-2023, y Arabia Saudí, que lucha por mantener su cuota de mercado, enfrentan presiones adicionales en un contexto de sobreproducción y competencia feroz.
Esta crisis evoca recuerdos de la Ley Smoot-Hawley de 1930, cuando los aranceles estadounidenses desencadenaron una guerra comercial que agravó la Gran Depresión. Aunque el escenario actual es diferente —con una economía global más interconectada y una transición hacia energías renovables en marcha—, las similitudes son inquietantes: el comercio internacional, motor del crecimiento durante décadas, se tambalea bajo el peso del proteccionismo.
Impacto en el Sector Petrolífero Mundial
El petróleo, como commodity global, no escapa a los efectos de esta crisis. Los aranceles afectan directamente a las cadenas de suministro, aumentando los costos de transporte y refinación. Por ejemplo, las restricciones comerciales entre Estados Unidos y China, que incluyen prohibiciones chinas a la exportación de materiales estratégicos como el galio y el germanio, complican la producción de equipos para la industria petrolera, desde perforadoras hasta refinerías. Esto podría reducir la capacidad de extracción y procesamiento en el mediano plazo.
Además, la incertidumbre retrae la inversión. Las empresas petroleras, ya cautelosas por la transición energética, enfrentan ahora un panorama de menor crecimiento económico global, lo que reduce la demanda de crudo. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la demanda mundial de petróleo podría caer un 2% en 2025 si la guerra arancelaria escala, un golpe significativo para países dependientes de las exportaciones como los miembros de la OPEP.
Otro factor clave es la reconfiguración de las rutas comerciales. Con los aranceles dificultando el acceso al mercado estadounidense —el mayor consumidor de energía del mundo—, productores como Rusia y Oriente Medio intensifican sus envíos a Asia, especialmente a China e India. Esto podría saturar esos mercados, deprimir aún más los precios y forzar a los productores a recortar la producción, un escenario que recuerda la guerra de precios de 2020 entre Arabia Saudí y Rusia.
España en el Tablero Petrolífero: Vulnerabilidades y Oportunidades
España, que importa cerca del 99% de su petróleo, no es inmune a esta crisis. Aunque no produce crudo en cantidades significativas, su industria petrolífera —liderada por empresas como Repsol y ahora Moeve (antes Cepsa)— depende de un equilibrio entre importaciones, refinación y exportación de productos derivados. En 2024, España importó más de 65 millones de toneladas de petróleo, principalmente de Nigeria, México y Arabia Saudí, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES). La crisis arancelaria podría alterar este flujo y generar efectos en cadena.
1. Aumento de Costos y Precios para los Consumidores
Los aranceles impuestos por Estados Unidos a México, uno de los principales proveedores de crudo a España, encarecerán las importaciones. Aunque España refina la mayor parte de su petróleo en instalaciones nacionales —como las de Repsol en Tarragona y Cartagena o la de Moeve en Huelva—, el costo del crudo base subirá, lo que se trasladará a los combustibles. En un país donde el transporte por carretera mueve el 90% de las mercancías, esto podría incrementar los precios de bienes esenciales, desde alimentos hasta productos industriales.
Además, las represalias de la UE a Estados Unidos podrían afectar indirectamente a España. Si el comercio transatlántico se encarece, las exportaciones españolas de productos refinados —como gasolina y diésel, que en 2024 alcanzaron los 12.000 millones de euros— podrían perder competitividad en mercados clave, incluidos algunos estados americanos.
2. Impacto en las Empresas Petrolíferas Españolas
Repsol y Moeve, las dos gigantes del sector en España, enfrentan desafíos y oportunidades en este contexto. Repsol, con operaciones upstream en América Latina y downstream en España, podría ver afectado su suministro desde México y Venezuela si los aranceles se extienden o si estos países responden con restricciones propias. Sin embargo, su diversificación hacia el gas natural y las renovables —en línea con su plan estratégico Net Zero para 2050— podría amortiguar el golpe.
Moeve, por su parte, está en plena transformación tras su rebranding en 2024. Su apuesta por los biocombustibles y el hidrógeno verde, como el proyecto del Valle Andaluz del Hidrógeno Verde, la posiciona como un actor resiliente. Sin embargo, la crisis arancelaria podría retrasar inversiones en estas áreas si los costos operativos aumentan o si la demanda de combustibles fósiles cae más rápido de lo previsto. La modernización de sus 1.800 estaciones de servicio, con una inversión de 130 millones de euros hasta 2027, también podría verse comprometida si los márgenes se estrechan.
3. La Refinación: Un Punto de Fortaleza en Riesgo
España es un líder europeo en refinación, con una capacidad de 1,5 millones de barriles diarios. En 2024, exportó productos refinados por valor de 20.000 millones de euros, principalmente a Europa y América Latina. Sin embargo, la crisis arancelaria podría reducir esta ventaja competitiva. Si los costos de importación suben y los mercados de exportación se contraen por las barreras comerciales, las refinerías españolas podrían operar por debajo de su capacidad, afectando la rentabilidad.
Un ejemplo concreto es el complejo de Palos de la Frontera de Moeve, que produce biocombustibles y combustibles tradicionales. Si los aranceles encarecen el crudo mexicano o nigeriano, y si las exportaciones a países como Portugal o Marruecos se ven afectadas por una desaceleración económica global, este proyecto estrella podría enfrentar dificultades.
4. Oportunidades en la Transición Energética
Paradójicamente, la crisis arancelaria podría acelerar la transición energética en España. Con los combustibles fósiles bajo presión, el gobierno y las empresas podrían redoblar esfuerzos en renovables y combustibles alternativos. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 ya prevé una reducción del 23% en el consumo de petróleo para 2030. Proyectos como los de Moeve en hidrógeno verde o los parques eólicos marinos podrían ganar impulso si el crudo se vuelve menos competitivo.
Además, España podría beneficiarse de una reorientación del comercio petrolífero hacia Europa. Si los productores del Golfo Pérsico o África Occidental buscan mercados alternativos al estadounidense, España —con su posición estratégica en el Mediterráneo y su capacidad de refinación— podría convertirse en un hub clave.
Escenarios Futuros y Respuestas Estratégicas
El impacto de la crisis arancelaria en el sector petrolífero español dependerá de cómo evolucione el conflicto comercial. En un escenario moderado, con aranceles limitados y negociaciones entre la UE y Estados Unidos, los efectos serían manejables: un aumento del 5-10% en los precios de los combustibles y una leve caída en las exportaciones de refinados. En un escenario extremo, con una guerra comercial total y represalias globales, España podría enfrentar una contracción económica del 0,2-0,5% del PIB, según estimaciones de la Cámara de Comercio, con el sector petrolífero como uno de los más golpeados.
Para mitigar estos riesgos, España necesita una estrategia dual. A nivel gubernamental, negociar dentro del marco de la UE para reducir las tensiones arancelarias y proteger las exportaciones será clave. A nivel empresarial, Repsol y Moeve deben diversificar proveedores —mirando a África y Oriente Medio— y acelerar su transición hacia energías limpias. La inversión en tecnología, como la optimización de refinerías con inteligencia artificial, también podría reducir costos y mantener la competitividad.
Conclusión: Un Sector en la Encrucijada
La crisis arancelaria de 2025 pone al sector petrolífero mundial ante un desafío sin precedentes, y España no es una excepción. Aunque los efectos inmediatos —alza de precios, presión sobre las refinerías y riesgos para las exportaciones— son preocupantes, también abren una ventana de oportunidad para acelerar la transición energética y reforzar la resiliencia del país. En un mundo donde el proteccionismo amenaza la globalización, España debe jugar sus cartas con inteligencia, aprovechando su capacidad de refinación y su apuesta por la sostenibilidad para navegar esta tormenta. El futuro del sector petrolífero español no solo dependerá de los aranceles, sino de su capacidad para adaptarse a un panorama global en constante cambio.