A pesar de las sanciones occidentales, el precio del petróleo ruso supera los $80 dólares, mientras que las medidas para limitar sus ingresos parecen tener grietas. Exploramos cómo Rusia ha sorteado las restricciones y cuál podría ser el impacto en la economía global.
Cualquier país que desee adquirir petróleo de origen ruso no podrá hacerlo a un precio superior a los 60 dólares por barril si existe la participación de una empresa occidental en la transacción. Este límite de precio fue establecido en diciembre del año pasado por el Grupo de los Siete (G-7), liderado por Estados Unidos, y la Unión Europea (UE) como parte de una serie de sanciones dirigidas hacia Rusia después de su intervención en Ucrania. No obstante, a pesar de la imposición de este tope, el precio del petróleo ruso, conocido como petróleo de los Urales, ha experimentado recientemente un alza superando los 80 dólares por barril, y los aliados occidentales han optado por no actualizar el mencionado límite.
Es importante destacar que Rusia ostenta el tercer puesto a nivel mundial en cuanto a producción de petróleo, siendo superada únicamente por Estados Unidos y Arabia Saudita. El límite de precios impuesto por el G-7 para el petróleo ruso tenía como objetivo reducir los ingresos provenientes de la venta de petróleo de Rusia, al mismo tiempo que se evitaban grandes alteraciones en el mercado global de petróleo. En lugar de retirar el petróleo ruso del mercado, se buscó mantenerlo a un precio relativamente bajo.
Para asegurar la implementación de este tope, se estableció una prohibición en las economías occidentales que impedía asegurar a los buques petroleros que transportaban petróleo ruso adquirido a precios superiores al límite establecido. La lógica detrás de esta medida era sencilla: el petróleo ruso debía seguir fluyendo hacia destinos fuera del mundo occidental para evitar un aumento en los precios globales del petróleo debido a una disminución en la oferta, al mismo tiempo que se buscaba reducir los ingresos por petróleo de Moscú para socavar sus esfuerzos militares.
En un principio, esta medida pareció surtir efecto, llegando a haber períodos en los que el precio del petróleo de los Urales estuvo al borde de los 50 dólares por barril. La coyuntura global de precios bajos del petróleo contribuyó a que el límite se mantuviera relativamente estable durante los primeros meses. Sin embargo, con el tiempo, Rusia ideó soluciones creativas para sortear las restricciones y, gradualmente, los precios comenzaron a superar los 60 dólares por barril. Durante el verano, los recortes en la producción implementados por la OPEP+, liderada por Arabia Saudita, agravaron la situación. Desde julio, el precio del barril de petróleo de los Urales ha sobrepasado con claridad el límite de los 60 dólares y, en la actualidad, se mantiene en torno a los 80 dólares.
Para evaluar la efectividad de esta medida, basta con observar las cifras. Se informó recientemente que los ingresos del Estado ruso provenientes del petróleo y el gas aumentaron un 15% de forma intermensual en septiembre, alcanzando los 7.440 millones de dólares, según datos del Ministerio de Finanzas ruso. Además, los ingresos aumentaron un 7,5% con respecto al mismo mes del año anterior. La Asociación Internacional de la Energía (AIE) también señaló que las exportaciones marítimas aumentaron un 6% en el último mes, y que, lejos de estar limitado por el tope, el país ha obtenido alrededor de 58.000 millones de dólares a través de esta vía desde que se implementó esta normativa.
Aún más detalladamente, según datos de la AIE, las exportaciones rusas de petróleo, incluyendo crudo y productos derivados, se han mantenido prácticamente estables, en torno a los 7,5 millones de barriles diarios. Esto ha garantizado la estabilidad en los flujos de petróleo a nivel global, pero los ingresos petroleros de Moscú han permanecido casi invariables, alrededor de los 15.000 millones de dólares al mes. Esto representa una comparación con el promedio mensual de 2021, antes del estallido de la guerra en Ucrania, y se encuentra ligeramente por debajo del promedio de 2022, cuando los precios del petróleo se dispararon debido a la creciente incertidumbre geopolítica.
Este conjunto de datos ha tenido un impacto en las finanzas rusas y en la depreciación del rublo, que ha alcanzado niveles preocupantes, rozando la barrera de los 100 rublos por dólar. Además, Moscú también ha sentido la disminución en las exportaciones de gas hacia Europa. En efecto, los ingresos por petróleo y gas han disminuido un 34,5% entre enero y septiembre de este año en comparación con el mismo período de 2022, un año en el que los precios de la energía eran especialmente lucrativos para las arcas rusas debido al contexto bélico. El Gobierno ruso prevé una caída de los ingresos por petróleo y gas del 23% para este año, alcanzando 8,94 billones de rublos.
A pesar de todo, es importante destacar que, en comparación con 2021, UniCredit señala que Rusia ha encontrado nuevos mercados para su petróleo. Estados Unidos y el Reino Unido ya no importan barriles de petróleo ruso, mientras que las importaciones europeas se han reducido significativamente, pasando de 3,4 millones de barriles diarios en 2021 a 700.000 barriles diarios. En cambio, países como China, India, Turquía y algunas naciones africanas han aprovechado los descuentos en el petróleo ruso para aumentar sus importaciones.
Este comercio con terceros países ha sido posible gracias a estrategias ingeniosas implementadas por Rusia. Los operadores petroleros rusos han constituido una amplia flota de barcos de diversas categorías a lo largo del tiempo. Esta «flota fantasma» de Putin incluye barcos de diversas edades y clases. Gracias a esta flota, Rusia ha logrado transportar más petróleo que nunca, incluso cuando las sanciones se volvían más severas. Según datos de Windward, esta flota oculta cuenta con aproximadamente 1.100 naves que operan desde ocho puertos diferentes. Según el último informe del Centro de Investigación de Energía y
Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés), alrededor del 42% de todo el petróleo ruso se mueve a través de estos «buques cisterna en la sombra».
En resumen, se trata de una flota desconocida que entra y sale de Rusia, y cuando sus barcos navegan en aguas internacionales, apagan sus sistemas de rastreo para ocultar su ruta. Presumiblemente, estas embarcaciones facilitan el traslado del petróleo de un comprador a otro, y cuando los sistemas de seguimiento vuelven a estar operativos, ya es difícil rastrear la ubicación de los barriles. Gracias a este sencillo mecanismo y otros más complicados, como el hackeo de software de seguimiento, Rusia ha logrado eludir el límite de precios del petróleo.
Este sistema de contrabando internacional ha sido objeto de nuevos intentos de sanción por parte de la UE, que anunció la congelación de activos para los operadores que ayuden a evadir el límite. Sin embargo, al menos por el momento, estos esfuerzos no han detenido las actividades de los buques cisterna rusos en aguas internacionales.
El G-7 y la UE han dejado que el tema del límite de precios se desvanezca. Aunque en la práctica no se ha emitido ningún comunicado oficial, se ha dejado de actualizar el límite a pesar de los cambios notables en el mercado. Inicialmente, los miembros de la UE se comprometieron a reunirse cada dos meses para debatir una posible actualización de este límite, pero esta cita ha dejado de tener lugar. El resto de aliados no se comprometió a una periodicidad específica. Desde el CREA, señalan que la UE no ha cumplido su compromiso de revisar el precio, lo que indica que la implementación del límite no está funcionando de manera efectiva. Dada la tensión en el mercado del petróleo en los últimos meses, una actualización del límite podría complicar aún más las cosas y aumentar los precios.
El CREA critica que muchas empresas no aplican directamente el límite. «Los buques petroleros de propiedad o asegurados en países que imponen precios máximos continúan transportando petróleo ruso, incluso cuando los precios de los Urales superaron el precio máximo en abril y se mantienen por encima del nivel máximo de precios de 60 dólares por barril desde julio de 2023». Según los investigadores, esto «muestra evidencia de un monitoreo deficiente y aplicación del límite».
A pesar de las estrategias de evasión, el Centro enfatiza la importancia que tendría un cumplimiento efectivo de las sanciones incluso considerando los trucos de Rusia y su «flota fantasma». Según sus datos, cerca del 60% de los movimientos de petróleo se ejecutan a través de barcos que, en teoría, deberían cumplir con las sanciones europeas y del G-7.
Ahora que se espera que el mercado mundial del petróleo pase de un exceso de oferta a un déficit, debido a los recortes en la producción de la OPEP+ y a una recuperación anticipada de la demanda mundial en el segundo semestre del año, el poder de negociación de Rusia podría aumentar aún más. Según Edoardo Campanella, analista de UniCredit, el petróleo de los Urales se cotiza actualmente con un descuento inferior a 15 dólares en comparación con el Brent, a diferencia de los 30 dólares de principios de 2023. En julio, el descuento en China se redujo a 5-6 dólares en comparación con los 8,5 dólares de junio. Volver a situar los precios de los Urales por debajo del precio máximo podría no ser sencillo. Las compañías navieras y las aseguradoras solo necesitan una garantía por escrito de que el petróleo se adquirió por debajo del precio máximo, lo que deja espacio para abusos y complica la aplicación del límite de precios.
En resumen, a pesar de los esfuerzos para imponer un límite de precios al petróleo ruso, Rusia ha encontrado formas creativas de sortear estas restricciones, lo que ha llevado a un aumento de los ingresos por petróleo y gas en el país. Aunque la UE y el G-7 han dejado de actualizar el límite, la cuestión sigue siendo relevante en el contexto del mercado global de petróleo, donde se prevé un cambio hacia un déficit de oferta, lo que podría fortalecer aún más la posición negociadora de Rusia en el futuro.