El dólar estadounidense, históricamente vinculado de manera inversa al petróleo en los mercados financieros, está experimentando un cambio significativo. Factores como el auge en la producción de petróleo de Estados Unidos y transformaciones en su balanza comercial energética están desafiando las tendencias establecidas, sugiriendo la posibilidad de que el dólar se convierta en una «petrodivisa». Analizamos los factores clave detrás de este cambio y su impacto en la dinámica de los precios de las materias primas y la economía mundial.
Después de los dos puntos, el texto indica que la histórica correlación negativa entre el dólar y el petróleo, que ha sido una característica común en los mercados financieros durante décadas, está experimentando un cambio significativo en el mundo postpandémico. Este cambio se atribuye en gran medida al aumento sin precedentes en la producción de petróleo por parte de Estados Unidos, impulsado principalmente por el desarrollo de depósitos de esquisto mediante la técnica del fracking. Este aumento ha llevado a una transformación en la balanza comercial energética de Estados Unidos, pasando de un déficit récord en 2008 a un pequeño superávit a partir de 2022.
El analista destaca que el cambio más notable se observa en las importaciones netas de crudo, que han disminuido a un déficit marginal desde alrededor del 2% del PIB estadounidense en 2008. Además, el comercio estadounidense de productos petrolíferos ahora está prácticamente equilibrado, gracias a los pequeños superávits comerciales en fuel-oil, gas natural y otros productos petrolíferos. Este cambio ha llevado a que algunos analistas sugieran que el dólar podría convertirse en una «petrodivisa» más, comportándose de manera similar a monedas de países exportadores de petróleo, como el dólar canadiense o el rublo ruso.
El informe también explora la relación entre el dólar y los precios de las materias primas, destacando que la correlación positiva entre ambos, observada en los últimos años, contrasta con la fuerte relación inversa que prevaleció desde 2000. Se argumenta que este cambio se debe a factores como la evolución de la balanza comercial energética de Estados Unidos y el crecimiento económico global.
El analista señala que la desconexión marcada durante la crisis financiera mundial fue una excepción y no la regla, y que el cambio actual se debe a factores como el aumento en la producción de petróleo en Estados Unidos, el cambio en la relación comercial de productos energéticos del país, y los avances en inteligencia artificial que benefician la economía estadounidense.
En cuanto al crecimiento mundial, se aborda cómo el dólar y los precios de las materias primas responden a diferentes condiciones económicas. Se destaca que la correlación negativa entre el dólar y los precios de las materias primas energéticas que prevaleció en las décadas anteriores a la crisis financiera mundial será probablemente un valor atípico histórico. Además, se espera que el superávit comercial agregado de energía de Estados Unidos se expanda, fortaleciendo la correlación positiva entre los precios de la energía y el dólar estadounidense a través del canal de términos de intercambio.
En resumen, el texto sugiere que el dólar estadounidense podría estar experimentando un cambio en su dinámica y comportamiento en los mercados financieros, particularmente en relación con los precios de las materias primas, en especial el petróleo. Este cambio se atribuye a factores económicos y comerciales específicos de Estados Unidos que han alterado la histórica correlación entre el dólar y el petróleo.